Mar 10, 2016

Todas las historias que no escribo...



Hay miles de millones de historias en mi cabeza. Miles de personajes: Hay una chica que olvida cosas por todos lados y siempre anda preocupada porque piensa que olvida cosas por todos lados y es cierto. Hay una niña de 16 años que es una hacker experta y su firma es un kaomoji de conejito que te pide que pases un buen día. Hay un hombre solitario que espera la llamada de su hija todos los días, para luego no responder porque sigue molesto con ella. Existe una gordita que gusta de salir en bikini a la playa y jugar con sus amigas en el agua. Hay un gato mágico que da buena suerte si le das de comer tuna fresca. Hay una mezcla de conejo, gato, borrego que es súper tierno pero no sirve para nada, hay otra joven que es una inepta socialmente, pero como interactúa lo menos posible con desconocidos pasa como una persona normal hasta que se le sale un comentario fuera de lugar, un comentario nerd o un simple mini ensayo sobre algún tema de su interés y todo queda arruinado, hay una chica gato totalmente amargada por la vida que a pesar de todo ama cuando le rascan detrás de las orejas y muchos muchos mas. Pero no todos salen, no todos son protagonistas, no todos quieren salir. No todos tienen una historia de esas miles de millones. Y les toca esperar.

Porque a pesar de esa vastedad, no todos están maduros, o completos. A pesar de la cantidad, no todas están listas, y no soy capaz de contártelas en el aire. A lo mejor no soy tan buena historiadora, o mis historias no maduran tan rápido. Todos esos "Que tal si.." que están atrapados dentro del universo de mi mente están buscando adoptar personajes y tropes e historias. Y cuando todo se junta, deciden que es tiempo de tocar la puerta y comenzar a molestar de manera mas seria y profesional. Deciden atacarme mientras estoy fuera con gente normal, deciden distraerme durante películas y series, deciden aparecer en sueños, hasta que me convencen de sentarme y darles forma en una página en blanco.


Excepto los fanfictions. Esos molestan todo el día, todos los días. Son súper necios. Pero se quedaran encarcelados para siempre. Para siempre dije.

Mar 3, 2016

Mi primer paseo

Yo vivo en un lugar donde nos controlaban todo. La humedad, la luz, el aire, quien se acercaba a nosotros. Nunca pensé que podría salir de allí. Algunas personas se tomaban el tiempo de conocerme y otras me pasaban por alto solo por mi cubierta. No cabe duda que son rápidos en hacer juicios. Ya estaba harto de estar en ese lugar, tenía ganas de conocer otras cosas, pero nunca se me daba la oportunidad. Un buen día una chica llego, y le parecí interesante. Me tomo entre sus demás pertenencias y me llevo consigo. Antes de que pudiéramos salir de aquel lugar debimos pasar por seguridad. Malditos policías. Fue algo difícil, pero gracias a su credencial y mi apropiada etiquetación lo conseguimos.


Me sentí tan bien, no pudo guardarme en su bolsa, así que me llevo entre sus brazos. Todo era tan fresco, era la primera vez que sentía el verdadero clima, el viento, aquel que yo había visto agitar otras hojas. Incluso me moje, si fue un desventurado incidente, pero rápidamente me secaron para que no me dañara. He de confesar que fue una experiencia única. Al fin, llegamos a nuestro destino final, si, un librero distinto, donde nada estaba en orden. Mis compañeros a la izquierda y derecha no tenían nada que ver conmigo, todos éramos de temas distintos. Sin orden, sin control, sin vigilancia. El sol era diferente a cada momento, se sentía el calor, el frío. Sin embargo no me preocupe por irme haciendo viejo, por cambiar de color, por ser diferente. Me gustaba estar ahí, entablar conversaciones con mis compañeros sobre ciencias naturales, había un libro de cuentos que nos amenizaba por las noches, incluso era vecino de una biblia con la que me gustaba platicar. Siendo un libro de programación todo lo que escuchaba anteriormente era sobre algoritmos y nuevas versiones que nos hacen obsoletos más rápido que nuestras fechas de catalogación. Desgraciadamente sabía que tenía que regresar a aquel lugar, sabía que tarde o temprano se vencería mí tiempo afuera, dos semanas si es que la chica era usuaria foránea, pero esperaba que me leyeran con tiempo, con pausa. Que mis hojas enseñaran algo a la muchacha. Porque yo tenía la seguridad de que este tiempo fuera no se iba a acortar porque alguien me separara en la biblioteca.